A muchas de las personas que llevamos tiempo trabajando para el medio ambiente de manera profesional y/o voluntaria (con asociaciones, diferentes ONG’s, etc.) nos ha sorprendido gratamente que, de repente, haya tanta conciencia individual y colectiva respecto a los residuos plásticos. Digo “de repente”, porque llevamos muchos años advirtiendo del daño que producen, etc. y, en un par de años, la preocupación al respecto ha crecido de manera exponencial. Hay más gente involucrada, la Unión Europea y los países miembros prohíben algunos plásticos de un solo uso, crece la innovación y las empresas que proponen elementos degradables o reutilizables para sustituirlos, etc.

¿No te pasa que cuando todo sale bien y las cosas van en la misma dirección empiezas a desconfiar?

Bueno, pues en febrero de 2019 apareció este artículo en «Marine Policy» y, a principios de abril, nuestro compañero Rodrigo Riera escribía en el Huffingtonpost al respecto. Así que hemos leído todo esto, y un poco más, y queremos aportar nuestro granito de arena desde este blog.

El artículo presentado por Richard Stafford y Peter J.S. Jones comienza con este párrafo: “En los últimos años, y en parte a través de varias películas y documentales de alto perfil como Blue Planet II, la contaminación por plástico del océano ha captado la atención del público. Esta contaminación es visualmente impactante, y se han vuelto comunes las imágenes de costas llenas de plástico o de megafauna carismática enredada o que ha ingerido plástico. La basura marina costera también es fácilmente perceptible por el público y puede afectar al disfrute de las áreas costeras.”

Fotografía de Caretta caretta envuelta en plástico. Ganadora del World Press Photo 2017. Autor: Francis Pérez

Seguro que no te han pasado desapercibidas las noticias sobre cetáceos muertos al ingerir grandes cantidades de plástico, o las de tortugas y aves marinas enredadas por estos mismos residuos. Es verdad que llaman la atención y el problema es muy visible. Otro peligro que se está estudiando es el de los microplásticos, las microperlas y las microfibras.

Los microplásticos (elegida palabra del año 2018 por la Fundéu BBVA) provienen de la degradación de plásticos más grandes que, lejos de desaparecer, se van rompiendo en elementos más pequeños (menos de 5 mm) que pueden ser ingeridos por los habitantes del océano, como peces pequeños y/o alevines, corales, crustáceos, moluscos, etc. El peligro de estos microplásticos puede ser más sutil y se está investigando, aunque todavía no hay datos claros sobre cómo afecta (si lo hace). Algunos estudios hablan de su efecto saciante, que puede llevar a la muerte por inanición de los organismos; otros estudian sus posibles efectos como disruptores endocrinos y, otros más, investigan los microorganismos que proliferan en estos microplásticos y el peligro que suponen para los animales que los ingieren. Y, por supuesto, las investigaciones no se centran únicamente en la fauna marina, nosotros, que nos la comemos, también estamos siendo estudiados.

Pequeños pedazos de plástico, conocidos como “microplásticos”. Imagen: Florida Sea Grant

Sobre las microperlas (microesferas) y las microfibras, te contamos hace algunos meses en este artículo de nuestro blog, aunque no viene mal recordar de dónde vienen. Las microesferas provienen mayoritariamente de productos de belleza (exfoliantes sobre todo) a los que son añadidas para provocar ese efecto exfoliante. Ni que decir tiene que estos plásticos se van directamente por el desagüe de nuestra casa hasta las depuradoras, donde suelen atravesar sin problemas los filtros y llegan a ríos y mares. El caso de las microfibras plásticas es todavía peor ya que, cada vez que lavamos nuestra ropa fabricada en parte, o totalmente, con poliéster, se liberan enormes cantidades de fibras que, igual que las microperlas, llegan directamente a nuestras aguas. Un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) encontró que, de las 9,5 millones de toneladas de plástico liberadas al océano cada año, las microfibras representan el 15-30%. Eso es el equivalente a que cada persona del planeta arroje una bolsa de plástico al océano cada semana. Para conocer algunos de los efectos que causan estos materiales, te recomiendo que leas el post mencionado con anterioridad.

Imagen de nuestro artículo:
«Las fibras de la ropa de poliéster podrían ser más perjudiciales para la vida marina que las microesferas»

Todo el mundo sabe ya que los plásticos suponen un problema y que los microplásticos probablemente también lo sean, pero ¿son el mayor problema que tienen los océanos de nuestro planeta? Eso plantean los autores del artículo. No se trata de hacer un ranking para ver con qué problema lidiar, sino de darnos cuenta de que, al ser un problema tan mediático y de “fácil solución” nos puede estar distrayendo a la hora de intervenir en problemas que sufrimos hace más tiempo, como el calentamiento global, el consecuente cambio climático y la pérdida de la biodiversidad.

El artículo de Richard Stafford y Peter J.S. Jones parece que da en el blanco cuando dice que “La contaminación por plásticos no solo es una realidad visible, sino que las soluciones individuales, como el uso de botellas y tazas de café reutilizables, también son visibles y se pueden compartir en las redes sociales, creando el terreno perfecto para la «imagen ambiental» de individuos e incluso empresas. Incluso las actividades comunitarias, como la limpieza de playas, pueden correlacionar el comportamiento ambiental positivo con las oportunidades de fotografía. Está surgiendo mucha investigación que demuestra que la imagen personal es importante en las redes sociales y, compartir fotografías y videos sobre el uso de productos ambientales, es probable que mejore esta imagen de uno mismo. El cambio climático y la pérdida de biodiversidad no poseen los mismos incentivos de marca; «No viajar en avión», por ejemplo, no es algo que se pueda compartir fácilmente o que se pueda «Instagramear», y por lo tanto, es poco probable que algunas de las motivaciones para las acciones individualistas contra la contaminación plástica sean transferibles a estos otros problemas ambientales”.

Parece un escrito falto de fe en la humanidad actual, pero no se trata de juzgar a las personas y sus motivaciones para luchar contra los plásticos, se trata más bien de ver que, además de que es más fácil de hacer y de compartir, da buena imagen. Por otro lado, la gran mayoría de las soluciones que se proponen para el problema de los residuos plásticos a menudo son productos alternativos que mantienen el status quo de la economía y de la cultura de un solo uso. Y este es uno de los principales problemas que encontramos.

La solución nunca estará en generar otro tipo de residuos. Está claro que, a priori, es “mejor” generar un residuo de papel u otro material degradable que de plástico. Pero este tipo de soluciones pueden, y suelen, tener diferentes consecuencias ambientales sobre los problemas iniciales que abordan. La solución al problema de los residuos plásticos pasa por una transformación necesaria a nivel individual, social, empresarial y político. La cultura de “usar y tirar” no es menos mala si se desechan residuos degradables, hay que tener esto muy claro. Tenemos que hacer un esfuerzo colectivo para parar este tipo de culturas que básicamente cogen un recurso y lo convierten en residuo después de cinco o diez minutos de uso. El uso de materia prima, la contaminación que supone su fabricación y transporte, así como los peligros asociados a su mala gestión son problemas absolutamente inasumibles e insostenibles que ya no nos podemos permitir. Los consumidores tenemos que ir más allá de lo fácil (cambio de unos residuos por otros) y modificar algunos, o muchos, de nuestros hábitos.

A unas personas les costará más que a otras. Muchas protestarán y se compararán con las que “hacen menos”, etc. Pero hemos visto que somos el motor del cambio y que es muy fácil elegir y provocar ese cambio cuando se mantiene ese status quo de la economía. Modifiquemos también el tipo de economía que queremos para nosotros y nuestra descendencia y demos mucha más importancia a la reducción, la reutilización y el reciclaje (como última opción) ¿te suena la economía circular?

Por otro lado, las soluciones políticas pueden ser más efectivas en la reducción del daño ambiental que las elecciones individuales, incluso si las elecciones individuales se hacen en masa.

“En la práctica, la política ambiental que afecta el medio ambiente marino está ahora en su mayor parte encapsulada en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 14, “Conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos”. Este objetivo incorpora mucha política con respecto a la pesca, las áreas marinas protegidas, la contaminación (incluidos los plásticos), el cambio climático y los efectos de la acidificación. Si bien ODS14 se ha desarrollado recientemente, contiene muchas ideas centrales para la política marina desarrollada durante varias décadas. Sin embargo, a nivel internacional, no cumplimos los objetivos de emisiones de carbono. Las áreas marinas protegidas a menudo no están bien gobernadas y, actualmente, estamos por debajo del objetivo de un 10% de áreas marinas protegidas, a pesar de que investigaciones científicas recientes exigen una protección del 30%. Además, no solo el 33% de las pesquerías se clasifican como sobreexplotadas, sino que muchas pesquerías de alta mar no son económicamente rentables a menos que sean subvencionadas por los gobiernos. Vemos que, por el momento, hay un claro déficit en el pensamiento político y económico actual en torno a los principales problemas ambientales marinos”.

Los autores argumentan lo siguiente: “La contaminación por plástico ha captado la atención de muchas personas y los niveles de preocupación dentro de la población han aumentado.

Los cambios creados (pequeños) en las prácticas de la industria, y la política gubernamental que funciona dentro de los marcos políticos y económicos existentes, causan una interrupción mínima en la industria, pero en última instancia no abordan la raíz de los problemas ambientales. Si, como se mencionó anteriormente, el impulso de las campañas anti-plástico no se puede movilizar para apoyar más de una causa ambiental, y si se puede ver que los gobiernos cumplen con sus obligaciones ambientales mediante la introducción de políticas como la eliminación gradual de los envases de plástico ‘evitables’, argumentamos que la contaminación por plástico del océano ha creado una verdad conveniente para distraer la política ambiental de amenazas más serias y urgentes”.

Desde CIMA somos muy conscientes de la contaminación marina causada por plásticos y microplásticos, hemos visto de primera mano cómo atrapa aves y tortugas marinas, así como los estragos que pueden hacer en el aparato digestivo de los cetáceos. Pero también vemos a diario la contaminación general de las aguas, vemos prácticamente todos los días otra clase de residuos en los fondos marinos, los problemas de la sobreexplotación pesquera y la llegada de especies marinas exóticas (posiblemente invasoras, seguimos estudiándolo) como consecuencia, entre otras cosas, del calentamiento de los océanos. Entendemos que esta es una lucha global que se ganará a través de batallas locales y de otras batallas más globales. El problema de los plásticos es otro más de los que nos acechan y nos parece maravilloso que tenga la respuesta que ha tenido, pero también nos asusta la posibilidad de que esta “pequeña batalla” nos distraiga de luchar y poder ganar la “gran guerra”. Coincidimos con los autores en que una de las raíces del problema, tanto del calentamiento global y el cambio climático, como de la pérdida de biodiversidad y la masiva generación de residuos plásticos proviene de un sistema económico que se ha fijado durante demasiado tiempo únicamente en el dinero, en los beneficios monetarios, sin tener en cuenta que no se estaba pagando el “impuesto” más importante de todos, el de la sostenibilidad de nuestras acciones en el planeta. Se necesitan acciones mucho más contundentes a nivel individual, social, empresarial y político.

Hemos visto que, cuando nos ponemos de acuerdo como consumidores, podemos influir bastante en el mercado y en las empresas. ¿Podremos hacer lo mismo como votantes y como ciudadanos? ¿Exigiremos a nuestros gobiernos más compromiso con nuestro futuro?

Dentro de poco lo veremos.


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